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Hasta no hace muchos años, muchas mujeres -y después, de a poco, cada vez más hombres- optaban por la cirugía plástica como alternativa para revertir el efecto de los años en la piel del rostro. ¿Los resultados? Caras “estáticas”, rasgos poco naturales y pérdida de las facciones propias y distintivas de la persona.

Fue así que el desafío que quitaba el sueño a los investigadores en medicina no invasiva era volver a activar el fibroblasto que con el paso del tiempo se había inactivado, para recuperar la producción “natural” de colágeno.

La Bioestimulación llegó como respuesta para promover la formación de colágeno para redefinir el óvalo facial, volver a tensar la piel que pierde sostén con el paso de los años, nutrir en profundidad y suavizar arrugas. La nueva tendencia fue el centro de la última edición del Beauty Antiaging Aesthetic Sessions (BAAS), que este mes reunió en Buenos Aires a más de 1.300 especialistas de toda Latinoamérica.

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